Estamos en un momento en el que los precios se están disparando y afecta por tanto a la adquisición de propiedades, solares y también al tipo de construcción que podemos realizar en el momento en el que nuestro presupuesto es limitado. A la hora de abordar reformas en nuestra vivienda debemos de planificar bien teniendo en cuenta las prioridades y las calidades que nos interesan.
Cuando tenemos la oportunidad de disponer de una segunda vivienda las posibilidades de reforma se limitan un poco más puesto que el presupuesto puede ser más ajustado. En las comunidades españolas el precio de adquisición de vivienda está en una media de 1.900 € y existen comunidades como Galicia, Asturias y Cantabria entre otras en las que el precio está por debajo de la media nacional. De esta manera las reformas en Cantabria pueden ser interesantes ya que el precio base de la vivienda puede ser rentable.
En el artículo de hoy hablaremos sobre casos reales y sobre cómo elegir un tipo de acabado u otro en función de las condiciones del entorno próximo al edificio, siempre pensando en un aislamiento térmico por el exterior.
Los acabados exteriores en un entorno urbano
Las empresas de reformas integrales en Santander y en las ciudades del noroeste de España están habituadas a tratar con una climatología en la que la lluvia y la humedad están siempre presentes. De esta manera las soluciones constructivas que nos encontramos hoy en día mantienen en cierta manera las costumbres y soluciones tradicionales en algunos casos reinterpretadas o alimentándose de nuevos materiales.
Hoy en día estamos constantemente preocupados del ahorro energético y pensando en aplicar soluciones que mejoren la transmitancia térmica de nuestras envolventes. ¿De qué manera los nuevos acabados de aislamiento térmico por el exterior combinan con las soluciones tradicionales de nuestro entorno?
En el entorno urbano es más habitual encontrarse fachadas que permitan la aplicación de sistemas de aislamiento térmico por el exterior sin apenas «sufrir» con los detalles. Los edificios construidos a partir de los años 60 en ladrillo tienen, en general, un acabado impersonal, prácticamente liso, con un acabado que en muchos casos es mortero o «mortero con cosas», como podemos ver en la imagen.
En el caso que mostramos en la imagen superior, la fachada está revestida en su base por un mortero con un acabado aplicado con llana, en el que se adhería una grava con colores seleccionados (tradicionalmente conocida como granolite). En el presente caso se aplicó una capa superior una pintura con una fuerte adherencia. La diferencia de comportamiento entre estas capas ha provocado un desprendimiento de la capa superficial, más reciente, llevando consigo partes de la capa sustrato.
En este caso nos encontramos dos problemas, la solución más moderna estaba pensada como un impermeabilizante para la fachada, impermeable al paso del vapor en un cerramiento que de origen si lo era; y que el soporte no estaba preparado para una adherencia excesiva. ¿Qué debería de haberse hecho?
El soporte debe garantizar una adherencia y, si no es así, debemos de buscarnos la vida para que pueda garantizarlo, bien sea con la aplicación de soluciones «puente» o mediante el tratamiento y desgastado de la base hasta conseguir un soporte perfectamente adherente. De esta manera podemos aplicar las colas del sistema SATE y proteger exteriormente el edificio con una nueva envolvente térmica, que además puede ser perfectamente transpirable.
Los acabados exteriores en un entorno rural
Las construcciones tradicionales del rural de esta región son principalmente de piedra. Las características principales de estos cerramientos es su porosidad y su gran espesor, además de la irregularidad propia de la mampostería. A la hora de aplicar un sistema como el SATE con módulos planos (los paneles de aislamiento) requieren de una cierta planeidad de superficies que en muchos casos es dificil de encontrar. ¿Qué se hace en estos casos?
En muchos casos las soluciones tradicionales son más ricas en detalles, aunque sean molduras o remates de huecos, éstos además de «hacer bonito» están ahí para proteger la fachada de posibles escorrentías de agua. Aunque las soluciones de aislamiento por el exterior pueden tener goterones integrados con la propia solución, según el caso puede ser interesante jugar con diferentes espesores de placas y repetir las molduras preexistentes para mantener la estética tradicional, muy requerida según la ubicación.
A pesar de los grandes espesores del cerramiento tradicional, y su gran inercia térmica, la aplicación de aislamiento por el exterior garantiza una mayor estabilidad del muro y una envolvente que mantendrá un confort interior nunca pensado para estas viviendas. El punto en contra de esta solución es el aumento del espesor del muro en puntos donde no es interesante, como en los perímetros de los huecos, que en muchos casos ya son estrechos y pequeños, y que en muchos casos cuentan con abocinados y otras soluciones ingeniosas para conseguir una mejor iluminación interior.
¿Y qué me dices de la típica casa montañesa con fachada de piedra con sillería sin revestida?
Pues que puede ser un «delito» aplicarle un sistema de SATE por el exterior y que debemos de pasarnos a otros sistemas constructivos que garanticen el aislamiento térmico por el interior.