En el artículo de hoy explicaremos el concepto de sala blanca y las implicaciones constructivas que tiene. Se trata de un espacio con las condiciones ambientales controladas de tal manera que se evite la presencia de microorganismos o polvo en suspensión. Es por ello que se controla desde el modo de acceder a ellas, vestimenta, rutinas, hasta los materiales con los que se construye.
Los criterios sobre salas y zonas limpias o blancas (ojo que no son lo mismo) no son de aplicación general en todos los espacios, sino solamente en aquéllos que requieren unas exigencias especiales de pureza del aire. Estos espacios no son necesariamente sanitarios, pero los criterios pueden ser extrapolados o aplicados a áreas concretas situadas en los hospitales, aunque sean desde proyecciones muy restringidas y, por lo tanto, merecen mención en esta investigación. La norma que rige los principios, métodos y aplicaciones es la Norma UNE EN ISO 14644 (18, AENOR, 1999).
La sala blanca se define como un local en el que el ambiente, desde el punto de vista higrotérmico y de concentración de contaminantes y/o partículas, está controlado dentro de unos parámetros predefinidos. Este control se efectúa para conseguir tanto la calidad de los productos que se elaboran y como la protección de los trabajadores y del medio ambiente
La construcción de una sala blanca
La norma que mencionamos arriba define dos clases de ámbitos espaciales, las salas blancas y las zonas blancas. Establece que una sala limpia o sala blanca es un local, o sea, una habitación, sala o recinto y una zona limpia es “un espacio” o sea una ubicación delimitada que no tiene porqué alcanzar aquélla dimensión. Por lo demás en ambos casos el concepto es coincidente, y se extiende en “que se controla la concentración de partículas contenidas en el aire y que además su construcción y utilización se realiza de forma que el número de partículas introducidas o generadas y existentes en el interior (del local o de la zona) sea la menor posible y en la que además se pueden controlar otros parámetros importantes como: temperatura, humedad y presión”.
La calidad de los acabados debe garantizar que sean lisos y no porosos. En general deben de ser resistentes a los impactos y al desgaste. Además deben de ser impermeables y resistentes a la repetida y frecuente aplicación de productos de limpieza, ácidos y otros desinfectantes. Los revestimientos verticales que se utilizan habitualmente son las mamparas fenólicas ya que permiten mantener un ambiente aséptico.
La ejecución de los acabados debe garantizar la inexistencia de hendiduras o resaltes que faciliten el depósito de partículas. Se debe de garantizar la estanqueidad de las juntas, con el fin de lograr el grado de presurización deseado e impedir la entrada de aire no controlada. Se debe de solapar el material de las paredes con el de los suelos para facilitar el mantenimiento y la higienización.
La calidad del aire en una sala blanca
El ambiente se mantiene en sobrepresión o presión positiva, que es una forma sencilla de evitar físicamente la contaminación en salas blancas. La presión positiva evita el acceso de partículas no deseadas existentes en el flujo del aire a la sala.
La evolución de los sistemas de comunicación descentralizados y abiertos permiten la implantación de sistemas de protección contra incendio más económicos y compatibles con el sistema de gestión del edificio (BMS), sin tan apenas necesitar cableado.
Por sus características es necesario instalar puertas de incendio certificadas que impiden la propagación del fuego
y del humo a través de los conductos de ventilación. De este modo, las secciones o sectores de incendio del edificio quedan aisladas de otras zonas del edificio.
En caso de incendio se utilizan ventiladores para extracción de humo, que eliminan los gases perjudiciales generados en caso de incendio. Las vías de evacuación se mantienen libres de humo, de modo que el edificio se puede evacuar
sin problema alguno.
Habitualmente se instalan compuertas de regulación que proporcionan no sólo protección frente a las inclemencias meteorológicas, sino que además, realizan el cierre estanco de la instalación, previniendo la entrada de aire en sentido opuesto al del flujo de aire. La combinación entre rejas para instalación en intemperie y compuertas de regulación multilama, o compuertas de antirretorno, llevan a cabo una doble función.
Hay que destacar que la normativa de clasificación de pureza del aire sólo es aplicable a quirófanos como un índice a conseguir cuando el quirófano está en reposo, y que no podrá mantenerse constante durante toda la intervención quirúrgica debido al funcionamiento normal del mismo, donde se abren las puertas del quirófano para el paso del paciente, o simplemente por la presencia del personal de intervención. Es por ello que no puede extenderse el concepto de “sala blanca” al resto de condicionantes que ello implica.
El mayor nivel de pureza de aire se consigue con un flujo de aire laminar con bajo índice de turbulencia, incluso en salas blancas de gran tamaño. La velocidad media del flujo de aire se sitúa entre 0.2 y 0.5 m/s. En otras palabras: el aire en el interior de una sala blanca se renueva más de cien veces en una hora. Lo que implica un elevado consumo de energía.