Seguramente te has encontrado alguna vez con una obra desordenada en la que mismo podría ser difícil trabajar. La limpieza de obra es uno de los pasos necesarios durante la ejecución y después de la realización de los trabajos. Es una costumbre que puede venir desde la educación más básica: mantén tu espacio de trabajo limpio y ordenado.
A partir de aquí podemos plantear que una buena limpieza a fondo durante el proceso de construcción nos permitirá que la obra se vea mejor, más ordenada y nos permitirá planificar los siguientes trabajos de una forma más clara y más eficaz. Según pasan los años vemos como la obra tiene cada vez menos «obra húmeda», en favor de la obra prefabricada y montaje en seco. Esto nos permite organizarnos de tal manera que apenas tengamos gran suciedad en obra, pero sí tenemos residuos y pequeñas partículas secas que poco a poco recubren todas las superficies de la obra.
Para llegar en buenas condiciones al final de la obra ,y antes de acometer una limpieza postobra, podemos realizar una limpieza general con una cierta periodicidad y de esta manera tendremos un resultado brillante. Para poder mantener la obra limpia es conveniente disponer de una mano de obra cualificada y de los materiales apropiados.
Anécdota sobre limpieza de obra
Una mano de obra poco especializada nos puede causar verdaderos problemas. Imagínate que una vez que está la obra terminada envías a personas poco profesionales para limpiar, con el fin de ahorrar unos euros en la limpieza de obra. Algo tan básico como utilizar unos trapos para limpiar las carpinterías puede provocar problemas como ralladuras en las carpinterías, con su derivado rechazo por parte de la dirección de obra. Unas simples arenas incrustadas en los trapos utilizados para limpiar el aluminio rallaron y arruinaron una carpintería recién instalada, que hubo que lacar nuevamente. Lo podríamos clasificar de «chapuza integral».
Materiales y herramientas para la limpieza de obra
En la obra hablamos principalmente de dos tipos de suciedad, el polvo y el lodo, aunque lo podríamos asimilar a polvo mojado. La diferencia es que uno lo podemos aspirar y el otro necesariamente lo tenemos que lavar, bien sea frotando y lavando, o aplicando agua a presión y un posterior secado.
Los aspiradores industriales actuales son unos centros de conexión para más aparatos. En función de la marca que sea puedes conectar otros dispositivos electrónicos utilizando el aspirador como si fuese una alargadera.
Las limpiadoras a presión simplifican el lavado ahorrando la parte mecánica de cepillado, aunque no todas las superficies sirven para ser limpiadas de esa manera, siendo necesario que sean manejadas por operadores profesionales.
Otras máquinas para la limpieza de obra
Las maquinas de lavado con vapor o «vaporetas» permiten alcanzar una gran desinfección y limpieza a baja presión, apoyándose de la alta temperatura como elemento activo contra la suciedad. Estas máquinas son una buena alternativa frente a las máquinas de alta presión que , aunque también utilizan agua, utilizan más cantidad de agua que dependiendo del tipo de obra, puede ser contraproducente.