Cuando estás habitualmente en obras no puedes dejar de ver grietas en paredes, a veces en obras propias o ajenas, a veces sorpresa y a veces esperadas. Hablo de esperadas cuando, por ejemplo, hacemos alguna intervención en edificación existente, véase refuerzos, apeos, aperturas de huecos… Lo que si debemos de ser precavidos y estar bien seguros de la manera en la que intervenimos en la construcción existente, y ya no solo en la propia, sino también en la colindante.
Las obras que acometemos en un edificio pueden provocar movimientos en edificios cercanos, hay que tenerlo presente. Es habitual el realizar una inspección previa de los edificios colindantes antes de realizar alguna obra que previsiblemente les pueda afectar, asegurándose, muchas veces ante notario, de la presencia de fisuras y grietas en un estado previo a las obras, para evitar posibles denuncias a la constructora.
Una de las consecuencias directas de las grietas, cuando aparecen en la envolvente de la edificación, es la presencia de humedades, las cuales no se ven en ocasiones desde el interior, en las que el agua penetra desde el exterior empapando el muro. De los tipos habituales de entrada de humedad, las grietas están presentes en la filtración (entrada directa desde una zona inundada hacia el interior a través de una abertura en forma de grieta hacia el interior, por gravedad) y aumenta en ocasiones la entrada de agua por capilaridad desde el terreno.
Cuando intervenimos en un edificio es habitual que modifiquemos su peso, nunca «nos lo parece», pero un recrecido en todas las plantas, pavimento nuevo, alicatado sobre alicatado, y «vaya usted a saber» incrementa el peso repartido del edificio, una vez que ya había asentado. Esto provoca grietas a lo largo y alto del edificio, especialmente en las zonas altas y las zonas próximas al terreno. Ya hablé alguna vez sobre alguna empresa especializada en cimentaciones, habituadas a hacer recalces con resinas expansivas, inyecciones, etc.
Cuando la estructura se mueve todo empieza a fallar. Pequeñas deformaciones que provocan desplomes de carpinterías, empiezan a rascar, a no abrir… En ese momento lo que se debe de hacer es colocar unas galgas extensométricas, o como mínimo unas pelladas de yeso fino, para ver si la grieta continúa su avance o simplemente fue un movimiento «controlado». Estos momentos son cruciales y se debe de contar con un técnico capaz de interpretar los movimientos de la estructura.
Cuando las grietas derivan en elementos secundarios, como tabiques, y la estructura se mantiene firme el problema no es tan serio. Las reparaciones son más sencillas. Basta con seguir los procesos habituales de limpieza y apertura de la grieta, con el posterior grapado y relleno de la grieta.
La recomendación para las grietas son el contacto con el técnico para que evalúe la importancia y el origen de las mismas, pasando posteriormente por la solución, más compleja o sencilla en función de hasta donde se ha llegado con la patología, y la resolución de las entradas de auga, bien sea reparando las superficies dañadas o bien sea evitando la entrada de agua con impermeabilizaciones y drenajes.
Muy interesante el artículo. Igual compensaría ampliarlo con los distintos profesionales que podemos contar para hacer este tipo de trabajos. Desde constructoras hasta empresas de trabajos verticales.
Ya entonces sería un post increíble con sus pros y sus contras.